Todo aquel que se dedica regularmente a la natación en piscinas -especialmente las cubiertas- sabe distinguir las diferencias entre distintos natatorios. Del mismo modo en que preferimos una marca sobre otra (ya sea de comestibles, indumentaria o electrodomésticos) también tenemos nuestras piletas favoritas.
¿Existe alguna razón fundada para esta preferencia?
Más allá de las consabidas cuestiones de estética, que es muy posible hagan inclinar la balanza hacia natatorios de moderna edificación y ambiente confortable, concurren otros tópicos de explicación ya no tan sencilla, pero que indudablemente influyen -y cómo- en nuestras predilecciones.
Personalmente puedo dar cuenta de varios factores con potencial capacidad de “conspirar” contra una buena performance en mis prácticas acuáticas:
Piscinas construidas en cemento pintado, sin revestimiento de ningún tipo.
Piscinas cubiertas oscuras, con poca o deficiente iluminación.
Agua demasiado caliente o fría.
Agua turbia.
Marcas del fondo poco nítidas, o incluso sin la “T” debidamente demarcada en las cabeceras.
Andariveles que no son del tipo rompeolas.
Sumado a esto, los nadadores de élite muchas veces han hecho referencia a la “rapidez” o “lentitud” de ciertas piscinas donde compiten. Esa misteriosa sensación de “sentir” un agua más “dúctil” que facilita el desplazamiento y por ende la velocidad, de hecho es tan real como la pileta misma y creo que todos, sin ser nadadores de alto rendimiento ni mucho menos, la hemos experimentado más de una vez.
¿Qué hace que una piscina sea rápida?
Nota publicada en Andarivel4 un muy buen blog visitenlo lo recomiendo