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“Ni en los entrenamientos cuando boludeas haces ese tiempo…”

Georgina Bardach demora su marcha hacia la zona mixta. Se queda frente a un plasma inmenso mirando la tercera tanda clasificatoria de los 400 metros combinados. Intuye que en el zig-zag del pasillo, donde se topará con los medios ,tendrá que dar explicaciones que todavía no encuentra. Georgina Bardach, aún no lo sabe, habrá hecho el penúltimo registro más flojo de las cinco series clasificatorias: 5:00.87. A menos de dos segundos de una tailandesa de nombre impronunciable, Nimitta Thaveesupsoonthorn.
“Ni en los entrenamientos cuando boludeas haces ese tiempo…”, dice Georgina y así escrito parece irónico, pero no tiene margen para las bromas. Pensándolo bien, Bardach no hizo más que confirmar en el agua todo lo que le pasaba en estos últimos tiempos, aquejada por problemas afectivos y cuestionamientos personales sobre sus deseos de seguir compitiendo. Habló de querer dejar de nadar, de no poder superar la presión. Pero en el medio de todos esos sinsabores fue categórica con respecto al futuro: tomarse un buen descanso, parar la cabeza y enfocarse para Londres 2012.
Hace cuatro años Georgina Bardach no solamente clavaba el reloj en 4.37.51 en Atenas 2004 para ganar el bronce, sino que también adelantaba los tiempos. La medalla dorada en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003 eran el mejor augurio para su carrera, pero el objetivo central todavía estaba proyectado hacia Pekín 2008. También en una noche de sábado, con calor, en una piscina al aire libre y que tenía una atmósfera propia de un festival juvenil, Georgina Bardach le daba a la Argentina lo que ni ella esperaba: su futuro.
Bardach no cabía en su cuerpo de tanta felicidad. Su principal preocupación estaba en el bajo perfil mediático que siempre prefirió mantener y la posibilidad de ir a los programas de televisión y almorzar en cámara no eran una opción para ella. La sala de conferencias de prensa del complejo de natación de Atenas desbordaba de medios y curiosos. Otras nadadoras se acercaban para felicitarla. Bardach en una prueba muy competitiva, donde la norteamericana Katie Hoff ya reinaba (4.34.63 en la serie de hoy), entraba en tercer lugar para marcar de entrada el ritmo de unos juegos que para la Argentina fueron satisfactorios.
Bardach ahora está frente al plasma. Gira y viene. No hay ambiente de fiesta. No hace falta que llore para que veamos que está llorando. Y en medio de la tristeza, la confusión, la falta de explicaciones, cierta indignación por un tiempo impropio hasta de entrenamientos, asegura que así no se va aunque haya tenido ganas de abandonar más de una vez. A descansar y a intentar proyectar los próximos Juegos Olímpicos. Imaginar un futuro para 2012 es lo único concreto a cuatro años del bronce. A minutos de la bronca.

Marcelo Gatman La Nación on Line Cual es? Rock & Pop